Reproducimos os textos das cartas de amor que gañaron o concurso en língua castelá. As autoras: Sara Varela de 2º de ESO B e Laura Vázquez de 3º de ESO A.
AMOR de Sara Varela:
Dices que no sé qué es el amor, que no lo entiendo y que nunca lo comprenderé. Dices que soy muy bruta, que tengo malos modales o que soy una persona fría, calculadora y sin sentimientos.
Puede que de entre todo eso haya algo de cierto, aunque sólo tal vez, porque no creas que no te he amado, querido o deseado. Sé tan bien como cualquier ser humano que lo haya sentido, que el amor es hermoso. Hermoso, sí, pero también perturbador. El amor es perverso, una enfermedad que obliga a cualquiera a sumirse bajo el poder de la persona amada, o a dejarse llevar por la pasión de los sentimientos, como una suave brisa acariciando el rostro en invierno, o como una corriente alterna, capaz de causar tantos estragos.
Y esta, esta es la razón por la que, a pesar de respetar al amor, también le temo. Le temo por ser cruel, le temo por cómo es capaz de meterse en la cabeza, de influir tanto; de influir en los movimientos, acciones y opiniones. Y le temo por cómo al mismo tiempo que tal felicidad inunda mi pecho, llenándolo de esa sensación que supera a todo lo existente en este mundo, me embarga la pena, la tristeza, la soledad, la incertidumbre.
Y una vez llegados a este punto, podemos llorar, claro, pero no eliminar del todo esa angustia que poco a poco se ha ido adueñando del alma por culpa del amor, porque una vez que te encuentras cara a cara con él, no puedes olvidar esas sensaciones y sufres. Sufres mucho.
Por eso, no dudes de mi amor por ti ni un solo instante, te amo con locura, pero por esta simple fantasía que se abre paso en mi cabezano puedo entregarme a él, y por consecuencia, a nadie ...
Te extrañaré,
Yo.
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Laura Vázquez:
Tres inviernos llevo esperándote,
en la misma cafetería a la que íbamos siempre,
y en la que, a la hora de pagar decías:
" Invitas, ¿no?"
Yo te decía que no tenía dinero,
y tú, con un gesto delicado,
me apartabas el pelo
y sacabas un billete de detrás de la oreja,
que nunca llegué a tener ahí.
Tres inviernos desde que te has ido;
los más duros de mi vida...,
¡ y no sabes cómo has dejado esto!
La gente ya no es la misma
y siempre evitan nombrarte.
Pero algún día tendrás que regresar
para arreglar este desastre;
pero oye, vuelves para quedarte, ¿si?
Tres inviernos sin un hombro en el que apoyarse
cuando las cosas van mal.
Aún me cuesta asimilar que te fuiste;
quizás eras demasiado bueno
para lo que hay aquí abajo.
Tres inviernos acordándome de tus ojos,
tenían el color del cielo;
bueno, el cielo tenía el color de tus ojos.
Tres inviernos en los que, cada sábado,
justo después de comer,
voy a verte,
y sentada en tu lecho
canto la nana que tú me cantabas
cuando era pequeña.
Y después de tres inviernos
sigues siendo el mejor de todos
y nunca me voy a olvidar de ti, porque...
Sin ti, yo, no.
Te quiero.
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